Pequeña guía de cine clásico (VIII). Especial verano: mujeres

En esta edición veraniega de La pequeña guía de cine clásico, me gustaría ofreceros un fresco menú de sugerencias cinematográficas. Pero también quisiera hablar un poco de la historia de las olvidadas en cualquier historia. Muchas mujeres trabajaron escribiendo los ingeniosos diálogos que caracterizan la época, exploraron nuevas formas de lenguaje cinematográfico desde sus salas de montaje o colaboraron estrechamente con otros autores, y sin embargo, parece que nunca estuvieron ahí.

En esta sección sabéis que normalmente abarco de los años 30 hasta los sesenta, aunque en este caso es necesario un pequeño apunte anterior. En el nacimiento de la industria cinematográfica hollywoodiense, hubo más mujeres trabajando en todos sus niveles que en cualquier otra época (y esto es antes de que se consiguiera el derecho al voto). Es más, había más mujeres trabajando detrás de las cámaras que en la actualidad. Directoras como Alice Guy-Blaché o Lois Weber son pioneras fundamentales para el cine norteamericano, y esto es algo que pasaba en otras industrias como la alemana o la soviética. Sin embargo, poco encontraréis sobre ellas en multitud de manuales de historia del cine (os prometo que he revisado bien mis apuntes). En la época que nos ocupa, y ya con el cine afianzado como un gran negocio multimillonario, las mujeres fueron relegadas a posiciones de menos poder y responsabilidad, a pesar de haber dirigido taquillazos, como hizo Weber. Las únicas directoras que encontraréis son Ida Lupino y Dorothy Arzner. Aun así, allí estaban; y quisiera hablaros de más profesionales que dejaron su huella. Seguramente ya conozcáis algunos nombres como Anita Loos, pero espero que encontréis alguna propuesta que os interese y todos aprendamos algo nuevo.

ANITA LOOS: escritora, columnista, guionista y dramaturga

Es reconocida como la guionista que elevó los intertítulos de un elemento puramente informativo a uno narrativo lleno de humor y subtexto. Su carrera empieza en 1912 en la Biograph (escribió los títulos de Intolerancia de D. W. Griffith); conoció el éxito en la era Pre Code con La pelirroja (donde reescribió un guion de Fitzgerald porque era demasiado serio) y llegó hasta los años 50. Muchos la  conoceréis como la autora de Los caballeros las prefieren rubias, pero su legado es extensísimo.

En 1939 adaptó junto a Jane Murfin Mujeres, dirigida por George Cukor. Esta comedia contaba con un casting exclusivo de mujeres (que se pasan toda la película hablando de hombres), y la encuentro divertidísima y frustrante. Me desternillo con los créditos, que comparan a sus protagonistas con felinos de diverso grado de agresividad. Me encantan las conversaciones de teléfono y el nivel de maldad absoluta de las batallas dialécticas. Tiene una escena sin sentido maravillosa en Technicolor con un desfile de moda porque sí. Las actrices se salen. Sin embargo, todo lo que parece ir estableciendo la trama sobre el daño que puede provocar el cotilleo, la sororidad, las diferencias de clase o la independencia de las mujeres se deshace tanto por su superficialidad como por el mensaje final, que acaba aterrizando en la dirección contraria. Con todos sus problemas, creo que es una opción muy divertida para los que ya conocéis Los caballeros las prefieren rubias y, además, creo que sus muchos defectos son muy interesantes de analizar y nos hacen pensar en todo tipo de producciones actuales y como aún se sigue construyendo estereotipos sobre las relaciones entre mujeres.


VIÑA DELMAR: escritora y guionista

Alvina Louise Croter creció en el mundo del vodevil. Con 25 años, publicó la novela Bad Girl, que la propulsó a la fama. Sus relatos fueron continuamente adaptados durante los años 30, como en las películas Así ama una mujer o Candidata a millonaria, pero su mayor éxito cinematográfico le llegó con sus guiones propios. En 1937, fue nominada al Oscar por Dejad paso al mañana.

Viña Delmar escribió mi screwball comedy favorita: La pícara puritana, también de 1937 y también dirigida por Leo McCarey. En ella, Irene Dunne y Cary Grant son una pareja en pleno proceso de divorcio tras una serie de indiscreciones por ambas partes. Sin embargo, no pueden dejar desbaratar los planes del otro. Esta típica premisa del género está llena de improvisación y gags físicos desternillantes. Os aseguro que os arregla hasta el peor de los días. Y además sale Skippy, el perro más famoso de los años 30. No dudéis en darle una oportunidad.


JOAN HARRISON: productora y guionista

Harrison comenzó en el mundo del cine tras responder a un anuncio en el que un director buscaba secretaria. Este realizador fue Alfred Hitchcock, y la nueva secretaria pasó a ser la creadora de los guiones de Posada Jamaica, Rebeca, Enviado especial, Sospecha y Sabotaje.

En 1943, firma con la Universal como productora (la única mujer trabajando en ese rol en la época en el seno de una major), a la que encargan producir películas de terror y misterio desde el punto de vista femenino. Tras el éxito de estos géneros en los años anteriores (de lo que hemos hablado en entradas anteriores) y en un contexto en el que los hombres estaban luchando en el frente, los estudios se dieron cuenta de que las mujeres eran un público a explotar, y no solo con las típicas producciones pensadas para ellas, como la anteriormente citada Mujeres. Con este encargo, Harrison de puso a trabajar en una de mis películas favoritas: La dama desconocida (Robert Siodmark, 1944).

En La dama desconocida, se cambian los roles que podríamos asumir de los personajes. La comprensiva secretaria no se queda de brazos cruzados cuando acusan a su jefe de asesinato, sino que se lanza a una peligrosa investigación para salvarle. Kansas, interpretada por Ella Raines, es la heroína absoluta de la película, capaz de usar a su favor cualquiera de las presunciones que se haga sobre ella debido a su género, y encima, tiene el descaro de disfrutar bajo su temporal disfraz de femme fatale. La trama es vertiginosa y está rodada tan bien como siempre con Siodmark (un director que me chifla y del que ya os he hablado por aquí).


BETTY COMDEN: actriz, compositora y guionista

Aunque en vuestra vida hayáis visto una película clásica, conocéis multitud de canciones que han aparecido en sus musicales. Seguro que sois capaces de taraear New York, New York o Singin’ in the Rain. La letra de ambas canciones y el guion de las películas en las que aparecen fueron escritas por el dúo «Comden and Green», del que Betty Comden era, obviamente, una mitad. Películas como Cantando bajo la lluvia (uno de los mejores puntos de entrada en el cine clásico para los que aún no os animáis) o Un día en Nueva York son famosísimas, pero yo es quería recomendar otro musical, que seguro muchos ya conoceréis. Melodías de Broadway 1955 (Vincent Minelli —del que ya hemos hablado con la entrada de Cita en San Luis—, 1953) es un delirante musical de tipo backstage con todo el color y espectáculo de las producciones MGM, protagonizado por Fred Astaire. En él, una pareja de creadores de musicales puramente escapistas se ven forzados a reescribir su último hit teatral cuando entra en escena un director empeñado en que sus pegadizas canciones, en realidad, de lo que hablan es de Fausto. Qué podía salir mal.


LAS EDITORAS

A pesar de las escasísimas oportunidades que las mujeres tenían detrás de las cámaras, eran una constante en la sala de edición. Y este rol no es insignificante, sino que supone un papel fundamental a la hora de dar forma al lenguaje cinematográfico por el que se reconoce a los grandes directores de la era. Las películas de Hitchcock, John Ford, Lubistch, Orson Welles, Nicholas Ray…, fueron editadas por mujeres como Viola Lawrence (La dama de Shanghái, Solo los ángeles tienen alas, En un lugar solitario), Barbara McLean (Eva al desnudo, El callejón de las almas perdidas) o Dorothy Spencer (La diligencia, Ser o no ser, Pasión de los fuertes), Adrienne Fazan (Un americano en París, Cantando bajo la lluvia) o la editora de la genial fotografía que acompaña este párrafo, Blanche Sewell (Gran Hotel, El mago de Oz). Y solo he elegido algunas de mis películas favoritas, todas ellas tienen currículos impresionantes. Así que creo que es de justicia que cada vez que discutamos sobre la teoría de autor y alabemos el estilo visual de muchos cineastas, nos acordemos de quiénes daban sentido y hacían posible que todo ese trabajo resultara en una película. Y esto no solo en el cine clásico, Thelma Schoonmaker o Sally Menke han sido determinantes en el reconocible estilo de Scorsese o Tarantino.

Así que hablemos brevemente de un western de John Ford, Pasión de los fuertes. Los westerns son para el verano, y esta película con el tono agridulce y la estética del noir es una estupenda opción que creo que os encantará. Además de disfrutar de la dirección o la actuación de Henry Fonda o Victor Mature, acordaos de su estupenda editora: Dorothy Spencer.


ARDEL WRAY: guionista

Guionista habitual del productor Val Lewton, cuyas películas de serie B para la RKO nos ofrecen historias sobrenaturales donde lo terrorífico se sugiere y lo sobrenatural es parte del día a día. Creo que ya sabéis que soy una enamorada de Lewton, así que no voy a extenderme. Wrey comenzó en los años treinta como lectora de guiones para la Warner, donde conoció a Dalton Trumbo, del que sería una estrecha colaboradora también. La primera película que escribió para Lewton, junto a Curt Siodmark, fue Yo anduve con un zombi. Una sinopsis rápida de esta película sería: Jane Eyre en una plantación haitiana, con zombis. Y es que es exactamente su premisa, y en este blog no nos tomamos en nombre de Jane Eyre en vano. Es una estupenda película, de atmósfera asfixiante y romántica, que creo que  os interesará mucho.


LEIGH BRECKETT: guionista y escritora

Otra presentación rapidilla: Leigh Breckett escribió el primer borrador de El Imperio contraataca y fue mentora de Ray Bradbury.

Ahora que tengo vuestra atención, Breckett es casi igual de importante para la historia del cine como para la literatura de ciencia ficción, escribiendo alguno de los guiones más icónicos que se recuerdan. En el año 1944 publicó una novela hardboiled titulada No Good from a Corpse, que tuvo un gran éxito. La leyenda dice que Howard Hawks la leyó mientras preparaba la adaptación de El sueño eterno, y le pidió a su asistente que le consiguiera a ese tío, el tal Breckett. Ahí apareció nuestra Leigh, y se convirtió en habitual colaboradora de Hawks.

En su debut cinematográfico, adaptó El sueño eterno a pachas con William Faulkner. Y digo a pachas, porque Faulkner repartió los capítulos de la novela entre los dos como quien reparte un trabajo en la universidad, y claro, luego unieron su trabajo y se nota, aunque yo recuerdo el libro de Chandler igual de confuso. Seguro que os imagináis quién era el responsable de las líneas de las que Bogart se quejó porque eran demasiado blanditas.

A pesar de la enorme fama de esta película, os quería recomendar uno de sus westerns. Y el caso es que, por el precio de una recomendación, os lleváis dos películas. Río Bravo es un western de 1959, escrito por Breckett y Jules Furthmann, en el que John Wayne arresta por asesinato al hermano del capo local, y tiene que esperar al marshall durante días con la única ayuda de su alcohólico asistente (Dean Martin, en una actuación llena de corazón) y un viejo cojo. A pesar de la imagen que presentan, son el mejor equipo del mundo, y junto al joven Colorado (Ricky Nelson, que protagoniza con Martin el mejor momento de la peli), nos ofrecerán una película divertídisima, llena de emoción, con una historia de amor estupenda y un duelo final genial. Y como os gustará seguro, pues podéis ver su remake, El Dorado, escrita y dirigida por el mismo equipo, aunque cambiamos a Martin por Mitchum (y no cualquier Mitchum, sino Mitchum en barreño),y a Colorado por Mississippi. Es una revisión casi paródica que aprovecha la comicidad que ofrece un protagonista aún más cascado físicamente.

⇒No os perdáis este fantástico reportaje sobre ella en Cinephilia and Beyond, que incluye entrevistas con la autora de los años 70.


DOROTHY PARKER: escritora y guionista

Dorothy Parker es una escritora que no necesita mucha presentación. Poeta, escritora de relatos, columnista, colaboradora habitual de revistas como Vogue, Vanity Fair o The New Yorker, se marchó a Hollywood en los años 30 con su segundo marido, Alan Campbell, en busca de un trabajo con el que pagar las deudas que dejaban en Nueva York. Allí se vendieron como un matrimonio de guionistas con un método perfecto: Campbell creaba las escenas y la acción en líneas generales, y Parker rellenaba, creando unos diálogos repletos del ingenio y la acidez por los que ya eran conocida. Comenzaron con comedias como Candidata a millonaria (como decía, basada en un relato de Viña Delmar y que tiene diálogos geniales lanzados por Carole Lombard) y continuaron trabajando para David O. Selznick con una de las historias que más veces se han contado: Ha nacido una estrella (este año se estrena la cuarta adaptación con Lady Gaga).

Pero quería terminar la entrada con otra película que he visto recientemente: La loba, de William Wyler, y con la Bette Davis más Bette Davis posible. Este drama familiar sureño, que nos lleva a primeros del siglo XX al seno de una familia de aristócratas capaz de cualquier cosa por dinero, es una opción perfecta para los calurosos días que no esperan. Parker y Campbell son acreditados con escenas y diálogo adicionales, trabajando sobre el guion de su amiga la dramaturga Lilliam Hellman. Seguro que notáis la mano de Dorothy en algunas de las emblemáticas frases de su protagonista.


Me ha dado pena dejar fuera a las ya mencionadas Lupino o Arzner, o muchas otras importantes guionistas como Hagar Wilde, pero la entrada ya era mastodóntica y creo que son más conocidas. Si os ha gustado, siempre puede haber una segunda parte. Me he divertido mucho investigando y viendo pelis para esta entrada, y espero que os haya sido tan interesante como a mí. Si os interesa seguir hablando del tema, os espero en los comentarios. ¡Nos leemos!

6 comentarios en “Pequeña guía de cine clásico (VIII). Especial verano: mujeres

  1. ¡Segunda parte YA! ¡Qué entrada más maravillosa te has marcado, Cris! En serio, ¡fantástica!
    Salvo Ida Lupino, Arzner, Joan Harrison y Anita Loos no conocía a ninguna de las otras mujeres que mencionas.
    Me ha fascinado especialmente descubrir a Betty Comden (ya sabes, #musicalesforever ) y Leigh Breckett, esta última por mi padre que es muy fan de John Wayne y de Mitchum (una servidora, obviamente de Mitchum en barreño xD) y tanto Río Bravo como El Dorado son dos de sus favoritas. Así como apunte, te diré que le pasé la entrada a mi padre y le ha encantado ^^.
    Voy aumentando mi lista de pelis pendientes gracias a tu maravillosa guía, que ojalá te publicaran en papel, y descubriendo un montón de detalles y curiosidades que hacen que disfrute muchísimo de mi vena cinéfila. ¡Esta guía ya es imprescindible!
    Mil gracias Cris.
    ¡Muchos besotes!

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  2. No sabes la ilusión que me hace que le hayas pasado la entrada a tu padre y que le haya gustado. Leigh Breckett es increíble, me voy a pillar algún libro suyo así que seguiré informando.
    Ojalá tener algún día La pequeña guía en papel, pero no iba a tener lectores mejores que mis irreducibles cinéfilos clásicos (contigo de capitana). ¡Muchos besos!

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  3. ¡Hola! Me encanto este post, me deja con un montón de películas para ver. Por desgracia la única que conozco de todas las mencionadas es Dorothy Parker, la cual me encanta como escritora. ¡Saludos!

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  4. Muchas gracias por tu comentario, me alegra que todos aprendamos algo con la entrada (yo también he descubierto un montón de cosas). Espero que disfrutes alguna de las pelis, ¡saludos!

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  5. Bueno, bueno, que de cosas he aprendido en un momento, creo que visitaré este post tuyo amenudo para ir viendo poco a poco todas esas películas que nombras. Es increible lo desapercibidas que pasaron estas mujeres, reconozco que soy una total desconocedora del cine de aquella época, tiendo a quedarme con los nombres de los directores y actores sin prestar atención al trabajo que hay detrás en cuanto a guión, producción o edición. Después de ver la serie Bette and Joan he quedado con muchas ganas de adentrarme más en el cine clásico, así que apuntadísima ‘La loba’ para abrir boca.
    Un saludo!

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  6. Uy, pues si te ha gustado Feud, La loba es una gran opción para continuar, es Bette en estado puro 🙂 Seguro que la disfrutas. Como dices, es una pena lo desapercibidas que pasan y sobre todo, lo poco que se valora sus aportaciones en la historia del cine. Muchas gracias por comentar, saludos de vuelta!

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