En esta edición veraniega de La pequeña guía de cine clásico, me gustaría ofreceros un fresco menú de sugerencias cinematográficas. Pero también quisiera hablar un poco de la historia de las olvidadas en cualquier historia. Muchas mujeres trabajaron escribiendo los ingeniosos diálogos que caracterizan la época, exploraron nuevas formas de lenguaje cinematográfico desde sus salas de montaje o colaboraron estrechamente con otros autores, y sin embargo, parece que nunca estuvieron ahí.
En esta sección sabéis que normalmente abarco de los años 30 hasta los sesenta, aunque en este caso es necesario un pequeño apunte anterior. En el nacimiento de la industria cinematográfica hollywoodiense, hubo más mujeres trabajando en todos sus niveles que en cualquier otra época (y esto es antes de que se consiguiera el derecho al voto). Es más, había más mujeres trabajando detrás de las cámaras que en la actualidad. Directoras como Alice Guy-Blaché o Lois Weber son pioneras fundamentales para el cine norteamericano, y esto es algo que pasaba en otras industrias como la alemana o la soviética. Sin embargo, poco encontraréis sobre ellas en multitud de manuales de historia del cine (os prometo que he revisado bien mis apuntes). En la época que nos ocupa, y ya con el cine afianzado como un gran negocio multimillonario, las mujeres fueron relegadas a posiciones de menos poder y responsabilidad, a pesar de haber dirigido taquillazos, como hizo Weber. Las únicas directoras que encontraréis son Ida Lupino y Dorothy Arzner. Aun así, allí estaban; y quisiera hablaros de más profesionales que dejaron su huella. Seguramente ya conozcáis algunos nombres como Anita Loos, pero espero que encontréis alguna propuesta que os interese y todos aprendamos algo nuevo.
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